EmDrive. ¿El propulsor del futuro?
El gran avance tecnológico de los últimos años evidencia que los postulados científicos que nos ayudan a comprender el funcionamiento de nuestro entorno parecen haber dado en el clavo. La vanguardia científica nos ha elevado al clímax tecnológico y ha ensalzado nuestro ego al permitirnos conseguir cosas que hace pocos años no podíamos ni llegar a imaginar. Nuestros modelos matemáticos, aunque aproximados, nos permiten modelar muchos de los aspectos esenciales de los procesos de la naturaleza, pero ¿qué pasa cuando aparece algo que viola lo que hasta ahora parecía totalmente cierto?
El EmDrive es un ejemplo de propulsor que rompe las leyes de la física conocida. Se trata de un motor de cavidad resonante por radio frecuencia que funciona violando el principio de conservación del momento lineal, o lo que es lo mismo, se mueve sin que nada le ceda el movimiento. No emplea ningún tipo de propulsor ni combustible. Tampoco tiene partes móviles. Sí, suena a ciencia ficción, pero recientemente los laboratorios Eagleworks, pertenecientes a la NASA, han comprobado que produce un empuje pequeño.
Como ya hemos mencionado, el motor no quema ningún tipo de combustible convencional y tampoco tienen partes móviles. Pero entonces ¿cómo funciona? Según su web oficial un magnetrón transforma electricidad en ondas electromagnéticas de alta frecuencia, del entorno de los 2,5 GHz. Estas ondas se dirigen hacia el interior de un cuerpo cerrado con forma de cono truncado. La diferencia de velocidades del conjunto en ambas secciones finales del cono produce una fuerza que se traduce en un impulso muy pequeño, del entorno de los 1,2 mN.
Realmente, ni el propio Roger Shawyer, ideólogo de este sistema, sabe explicar los fundamentos físicos que tienen lugar en el motor y que dan lugar a su funcionamiento. Parece ser que el EmDrive realmente interactúa a nivel cuántico con el vacío, sólo que no se sabe cómo. Por otro lado, la fuerza que se produce es extremadamente reducida, sobre todo si la comparamos con los 3 MN que produce el motor Raptor de SpaceX. No obstante, si tenemos en cuenta que el EmDrive no emplea combustible, podría postularse como serio candidato a propulsor del futuro, si se confirma al cien por cien su funcionamiento.
La realidad es que el concepto es tan interesante como polémico, pues parece reiterar su violación a la ley de la cantidad de movimiento. La prudencia nos lleva a tomar las informaciones relativas al EmDrive con deportividad, pues son muchas las incógnitas que quedan por responder. El escepticismo no es una mala opción, sobre todo si tenemos en cuenta que la propia comunidad científica tiene serias dudas al respecto.
Por un lado, se dice que los efectos medidos en el motor obedecen a elementos externos que pudieran estar afectando a las mediciones. Esto está basado en el hecho de que el experimento parecía mostrar empuje incluso cuando la energía eléctrica había sido apagada, lo que puede indicar un posible efecto de la temperatura en los datos obtenidos.
Por otro lado, de ser real, habría que dar una explicación aceptable al empuje del motor aun cuando no hay nada que le “ceda” ese movimiento. Además, la propulsión mediante electricidad puede no ser adecuada para las necesidades energéticas de una misión espacial. Sí, el peso de la nave podría ser menor al no llevar combustible a bordo, pero ¿de dónde sacar la energía eléctrica para alimentar constantemente a toda la nave en misiones de duración dilatada en el tiempo?
En definitiva, el mito o la realidad del EmDrive evidencia múltiples cuestiones que aún están sin respuesta. No obstante, su mera aparición bajo el foco público reabre en cierto modo el debate sobre nuestro modelo energético actual y el papel de la ciencia en la adopción de nuevos descubrimientos que agitan los cimientos de lo que hasta ahora se creía inamovible.